Bienvenidos a esta nueva sección de nuestro blog llamado COLLAB, donde le damos un espacio para escribir a aquellas personas que desean compartir opiniones interesantes con respecto a la moda y el arte.
Para inaugurar esta sección nos complace presentarles este artículo que escribió Gabriela Di Muro, estudiante de Psicología y además amiga de la casa.
“Sobre como mi obsesión con Isabel Marant, y unos zapatos, me llevaron a escribir este artículo”
Pisando los últimos días de junio, y con ellos la plenitud de mis vacaciones, volvió a mí la imperiosa necesidad de renovar mi guardarropa. Aunque por lo general practico el “comprar dentro de mi propio closet”, esta vez decidí salir de compras para ver que encontraba. Y allí estaban, en una mesa organizados unos al lado de los otros, en gris y azul oscuro, los famosos wedge sneakers, y les digo famosos porque no he visto un blog donde la protagonista no los porte, o comprado una revista donde no estén reseñados, de Miranda Kerr a Jessica Alba, todo es sobre los wedge sneakers, y por lo tanto, todo es sobre Isabel Marant.
Parisina, por supuesto, Isabel Marant parece estar en todas partes, como sus zapatos. A pesar de que su marca fue establecida en 1994, han sido los últimos tres años los que han convertido en una renombrada diseñadora internacional, y los que la han convertido en objeto de mi deseo, por no decir que actualmente estoy obsesionada con su marca.
Su propuesta no solo se limita a calzado, aunque más de una daríamos lo que fuera por poner nuestras manos en algunos de sus modelos de botas y sneakers, Marant presenta cuatro veces al año, vestidos de verano, sin importar la temporada, pantalones con adornos, camisas y t-shirts, con pañuelos de accesorios, chaquetas y blazers. Su estética es lo más ready-to-wear que podría llegar a ser, siendo Marant la que afirma que ella es su propia musa.
Sus looks son para el día a día, no se dedica a diseñar evening wear, porque reconoce que la mujer necesita ropa para salir por las mañanas, trabajar, encargarse de la casa, de los niños, y si resulta salir a una cita, o a verse con amigos en la noche solo necesitara cambiar sus flats por un par de tacones para estar lista. Hoy en día las mujeres somos activas, yo, por ejemplo, quiero ropa cómoda, que combata el calor venezolano y al mismo tiempo me haga sentir segura de mi misma, queremos vernos bien pero también queremos poder bajarnos del carro sin accidentalmente mostrarlo todo, y por más que Donatella en Versace y Frida Giannini en Gucci nos enamoren con sus creaciones, la realidad es que no tenemos ocasión para usarlas.
Isabel Marant no te vende algo que ella misma no se pondría, siendo esta su regla de oro al momento de diseñar, y con su estatus de french girl por excelencia, ya se podrán imaginar el look que proporciona su ropa. El uniforme: skinny jeans, un pullover o t-shirt, no muy ajustada al cuerpo, flats o botas al tobillo, sin necesidad de maquillaje y el cabello recogido o suelto natural; los accesorios vienen de la mano de unos zarcillos favoritos y un utilitario reloj. La mujer Isabel Marant sabe que no necesita remodelar su guardarropa completo cada vez que cambia la temporada, o para nosotros, cada vez que hace más calor o empieza llover. La inversión está en las piezas que realmente se llegan a amar y en artículos de calidad que perduren en el tiempo
Si hoy en día hay una marca que vale la pena seguir, esa es Isabel Marant y si no lo creen confíen en mí.
Finalmente compré los zapatos. No son Isabel Marant, tampoco muy baratos, ni muy caros. Parecía un sueño hecho realidad, tanto así que al día siguiente de comprarlos los use para ir a comer ¿A quién no le gusta estrenar? Dos días después los usé con unos skinny y una camisa blanca y mi reloj clásico de todos los días. Lo sé, no muy glamoroso pero esa es quién soy yo, así como esa es la mujer Isabel Marant.
Para más:
Entrevista a Isabel Marant por Kate Finnigan para Telegraph.co.uk
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